Dos hombres estaban pescando en un arroyo cuando se dieron
cuenta que el puente cercano se estaba derrumbando poco a poco. Cada vez que un
auto pasaba sobre él una pieza del puente caía al agua y el puente entero
temblaba se debilitaba peligrosamente.
Finalmente después que un gran camión
paso sobre él, la parte del medio del puente se derrumbó tras él, justo en la
mitad. Si un auto entraba de nuevo al puente le sería imposible ver el lugar
del derrumbe. Los dos pescadores se percataron del peligro y sabían que si un
auto entraba al puente por cualquiera de los dos extremos no iba a poder ver el
peligro sino hasta que fuera demasiado tarde, el puente entero colapsaría y el
auto se precipitaría al río. Era una situación con riesgo de muerte o heridas
serias. Uno de los pescadores le dijo a su amigo: – ¡Tenemos que hacer algo!
¿Qué seria aquella cosa que un cristiano haría? – pregunto. Su amigo hizo
silencio por un momento y luego de pensarlo respondió: – ¿Construir un
hospital?-
Yo sé que te puede sonar ridícula su respuesta. Pero la
triste realidad es que la mayoría de los cristianos reaccionamos así.
Preferimos la medicina correctiva antes que la preventiva. Preferimos construir
el hospital después de la catástrofe antes que poner un par de letreros de advertencia
diciendo que el puente esta caído al medio.
Algunos son como niños, en el mejor de los casos están
prontos a recibir el consejo una vez que ya es tarde y ya no hay remedio,
en lugar de recibir la reprensión y prevención cuando todavía había tiempo,
cuando la mala decisión no había sido ejecutada. Otros no desean el consejo y
corrección ni siquiera después que han metido la pata. Son como
piedras, no les entra nada.
No estamos acostumbrados a Rendir Cuentas ni a que
nos las rindan. A menudo algunos permitimos que una persona venga y nos
aconseje cuando estoy en una situación bien mala después que tome malas
decisiones. Pero no estoy dispuesto a permitir que alguien se meta con libertad
en mi vida para prevenir situaciones como estas y amonestarme desde antes.
Es decir no Rindo Cuentas. Rendir Cuentas es un signo de madurez espiritual.
En la Biblia Dios dijo a Jeremías:
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso.
¿Quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón,
para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras. Jeremías
17:9-10”
Puesto que mi corazón es engañoso, yo necesito alguien a
quien Rendir Cuentas. Alguien que me hable de parte de Dios y me haga
ver la insensatez de mi corazón.
Yo necesito alguien que me hable de parte de
Dios y no alguien que me hable según su humano razonamiento cuyo
corazón también es engañoso igual que el mío. He aquí la importancia de que la
persona a quien rindo cuentas me hable con la Biblia.
Nosotros somos muy hábiles para escondernos detrás de un
impenetrable escudo de racionalización, auto justificación, excusas y negación.
Alguien dijo una vez: “Nosotros negamos, suprimimos,
minimizamos lo que sabemos que es verdad. Afirmamos, adornamos y elevamos lo
que sabemos que es falso. Nosotros embellecemos feas realidades y nos vendemos
a nosotros mismos esas versiones embellecidas”. Muchas veces estamos demasiado
ciegos espiritualmente para vernos tal cual somos. Por eso necesitamos rendir
cuentas. Necesitamos alguien que nos enfrente con la verdad sin adornos.
Los sabios y exitosos tienen personas bajo ellos, sobre
ellos y alrededor de ellos a quienes voluntariamente se someten para dar
cuentas. Realmente cualquier cosa que una persona haga que está sujeta a riesgo
de error requiere la presencia de otra persona a quien dar cuentas. Eso nos
involucra a todos, nadie queda exento.
I ¿Qué es Rendir Cuentas?
Es TODO LO CONTRARIO a vivir la vida
independientemente sin querer ser responsable ante nadie de mi conducta y
decisiones.
Es estar rodeado de las personas correctas y darles a ellas
la libertad de entrar en mi vida y amonestar, advertir, aconsejar, exhortar,
prevenir, reprender y corregir cualquier cosa que no esté de acuerdo a la
Palabra de Dios en mi vida.
Es estar expuesto, no a todo el mundo, ni a cualquier
persona, sino a la persona correcta para que me corrija y amoneste: una persona
que es hijo de Dios, espiritual, cuya mente está en la Biblia y que me va a
hablar con la Biblia y que no va a andar por ahí chismeando mis intimidades.
Los sabios siempre tienen personas correctas a quienes
rinden cuentas. Estas personas correctas son un escudo protector contra
el fracaso. En cambio los necios y fracasados se han aislado a sí
mismos sin permitir a nadie entrar en sus vidas para reprenderles, para
corregirles. Los necios se molestan si otra persona les reprende o
amonesta. Para ellos es una gran ofensa que alguien se haya atrevido a entrar
en su vida y amonestarles con la Escritura. A sus propios ojos son casi
perfectos, siempre listos para excusarse, para auto justificarse. Siempre
tienen a la mano una frase como “lo hice porque” en lugar de responder diciendo
“no tengo excusa, tienes razón”.
II ¿Habla la Biblia sobre Rendir Cuentas?
El primero en inventar el Rendir Cuentas fue Dios. “De
manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí”. Romanos 14:12. Dios
es la persona suprema a quien, queramos o no queramos tendremos que rendir
cuentas. Algunos, los salvos en el Tribunal de Cristo y otros los no salvos en
el Juicio del Gran Trono Blanco. Ciertamente si decidiéramos hoy rendir
cuentas a personas correctas, cuando estemos rindiendo cuentas delante de Dios
nos iría mejor.
“No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca.
Corrige al sabio, y te amará. Da al sabio y será más sabio. Enseña al justo y
aumentará su saber.” Proverbios 9:8-9
El sabio es una persona que ama el rendir cuentas, ama el
ser corregido. En cambio el necio aborrece a quien le amonesta y reprende. La
elección es tuya: ¿Qué tipo de persona quieres ser tu un sabio o un necio? Si
quieres ser sabio no tienes que tener temor de ser reprendido, de dejar que
alguien entre con libertad a tu vida y te marque lo que no está de acuerdo a la
Palabra de Dios. Son los necios los que se molestan, los que no quieren que
nadie se meta, los que no aman la corrección.
III ¿A quién rendir cuentas?
1. Debemos rendir cuentas solo a creyentes es decir,
hijos de Dios, miembros del cuerpo de Cristo.
1 Corintios 12 nos habla del concepto de Rendir Cuentas
ilustrándolo con un excelente ejemplo: somos un cuerpo en Cristo.
“…para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los
miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro
padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra,
todos los miembros con él se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y
miembros cada uno en particular…” 1 Corintios 12:25-27
Una primera cosa que tenemos que entender en cuanto a Rendir
Cuentas es que las personas a quienes rendimos cuentas deben ser parte del
cuerpo. Es decir deben ser cristianos, es decir, salvos. No podemos pensar en
rendir cuentas a un no creyente por mas amigo que sea de ti. De hecho tus
amigos más cercanos deberían ser creyentes.
Es vital que un hijo de Dios tenga a otro creyente a quien
rendir cuentas, una persona en quien confié, ore con él, le aconseje, le
escuche, le anime, pero también que SIN MIEDO le exhorte, reprenda,
amoneste y corrija en amor. Una persona que no siempre me diga lo que “yo
quiero oír” o lo que resulta suave a mi oído, sino que a veces me diga lo
que “me duele escuchar” pero es verdad.
Muchas veces tenemos “amigos” pero estos no están dispuestos
a decir la verdad en la cara, que es la que necesito oír. No están dispuestos
a poner en riesgo la amistad con tal de hacerme bien haciéndome ver mis
errores. Por no ofenderme me dejan seguir mi camino hacia la destrucción. El
problema es que este tipo de amigos que no reprende, que no dice cosas
incomodas, que no me confronta, es el tipo de amigos que casi siempre nos gusta
tener, los preferimos y buscamos. Preferimos a la gente que nos dice lo que
queremos oír antes de aquellos que por amor nos corrigen usando la Palabra de
Dios.
2. Debemos rendir cuentas ante creyentes espirituales.
Gálatas 6:1-2 dice: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido
en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de
mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tu también seas tentado.
Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo”
Aquí vemos otro principio importante: la persona a quien
tenemos que dar cuentas debe ser espiritual. ¿Cómo podríamos definir qué es ser
espiritual? La misma Biblia nos dice en:
Romanos 8:5 “Porque los que son de la carne piensan en las
cosas de la carne, pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu”.
Una persona espiritual piensa con la Biblia. Tiene la Biblia
en la mente y habla la Biblia. No es sabio en su propia opinión sino busca
la sabiduría de la Biblia. Te aconseja con la Biblia, te muestra tus errores en
la Biblia. Por tanto debe ser una persona que conozca la Biblia. Se
preparará con la Biblia para hablarte. Es una persona que orará por un tiempo
antes de darte algún consejo o antes de ir a corregir algo en tu vida. Es más
seguramente algunas veces cuando tu busques su consejo te dirá: “déjame orar
antes de darte un consejo”. Es una persona que querrá depender de Dios en todo
cuanto te diga.
Si buscas rendir cuentas a alguien que te hablara de su
propia filosofía, de su propio razonamiento y no de la Palabra de Dios, estarás
tanto o más en riesgo de error como si no buscaras consejo de nadie.
Aquí es donde de nuevo muchas veces erramos escogiendo a
quienes tenemos que dar cuentas. Muchas veces escogemos por amistad, por
simpatía, por afinidad y no por espiritualidad y conocimiento bíblico. Sería
como buscar que te opere un médico cirujano que tiene buena apariencia fisica y
que parece un artista de cine, en lugar de buscar un médico que tiene suficientes
estudios, años de experiencia y un historial de buenos resultados para operarte.
Aquí hay otros versículos que apoyan el rendir cuentas:
Hebreos 10:24 dice: “Y considerémonos unos a otros para
estimularnos al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como
algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos, y tanto más, cuando veis que
aquel día se acerca”
1 Tesalonicensenses 5:11 dice: “Por lo cual, animaos unos a
otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis”
Eclesiastés 4:9-10 “Mejores son dos que uno, porque tienen
mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantara a su compañero,
pero ¡Ay del solo! Que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante”
¿Eres tú una persona que da cuentas o un solitario?
¿A quién escoges para rendir cuentas?
¿Al amigo que te dice cosas placenteras y suaves o al que
usando la Palabra de Dios te dirá la verdad en la cara?
¿Qué tan profundo puede llegar aquel a quien tú das cuentas? ¿Le
das completa libertad de entrar a cualquier área de tu vida y
amonestarte?
¿Eres tú de los que se molestan cuando alguien se mete en tu
vida y trata de corregir aquello en lo cual no andas de acuerdo a la Palabra de
Dios?
Si quieres ser exitoso espiritualmente debes permitir que
tus líderes espirituales entren a tu vida y te corrijan. Si tú eres de los que
se molestan, o de los que se auto justifican teniendo siempre una excusa,
entonces estas construyendo ladrillo a ladrillo tu propia prisión de fracaso.
Estas construyendo barrote a barrote tu celda.
IV. La tragedia de no rodearse de personas a quienes dar
cuentas: La historia de David y Betsabe
La tragedia de lo que pasó al rey David con Betsabé es una
muestra de lo que puede suceder cuando NO NOS RODEAMOS de personas a quienes
tenemos que rendir cuentas sino de aquellos que nos “permiten pecar” sin
amonestarnos. Es decir aquellos amigos que no quieren “poner en riesgo la
amistad” y nos dejan seguir camino a nuestra autodestrucción.
Veamos su historia relatada en 2 Samuel capítulos 11 y 12…
David se quedó en Jerusalén en el tiempo en que los reyes
iban a la guerra. David envió a Joab junto con sus hombres y con todo el
ejército de pueblo de Israel. Y nadie le dijo: -David, ¿Por qué te quedas
aquí, tu lugar es con tu ejército en el campo de batalla-
La historia continua diciendo que una tarde David se levantó
de su lecho y caminó por la azotea del palacio. Y nadie le dijo: –David,
por que duermes de día cuando deberías estar trabajando en lugar de pereceando
en tu cama.-
Al caminar por la azotea del palacio desde allí vio a
Betsabe que se estaba bañando. La mujer era muy hermosa y David envió a alguien
para averiguar quién era ella. Alguien le dijo que esa era Betsabe, la hija de
Eliam, mujer de Urías Eteo.Y nadie le dijo: – Pero David, no se supone que
debas estar mirando a una mujer bañándose, eso es algo inmundo, impuro y estas
pecando contra Dios. Ni siquiera tendrías que interesarte por quien es ella.-
Luego David envió mensajeros para traerla. Y nadie le
dijo: -David no iremos a traerla, no participaremos de tu pecado. Lo que estas
a punto de cometer David, es pecado de adulterio. Estas traicionando primero a
Dios y luego a uno de tus mejores hombres.-
Ella vino a él, y él durmió con ella. Y nadie le
dijo: – David saca a esa mujer de allí, ella no es tu esposa. Es
adulterio lo que estás cometiendo. Nadie tocó a su puerta para evitar que
cometiera ese gran pecado. Nadie hizo nada, nadie dijo nada. Fueron amigos
pasivos.
Luego ella se purificó de su inmundicia y se volvió a su
casa. Luego ella concibió y envió a decir a David, diciendo que estaba encinta.
Más adelante David inicia una conspiración para matar a Urías eteo y una vez
muerto, se casó con Betsabé.
Es un grave error NO RODEARNOS de personas a quienes tenemos
que dar cuentas. Es un error demasiado caro y un pecado contra nosotros mismos
y contra nuestra vida misma. Es a mí mismo a quien me hago daño no teniendo
estas personas alrededor de mí.
Para este momento David tenía alre
dedor de 50 años, ya había reinado por 20 años, fue un músico
talentoso, poderoso guerrero y líder capaz. El disfrutó de su caminar con Dios
íntimamente, de tener una familia saludable, de una estable situación política
y de una serie de victorias militares. David era el rey que lo tenía todo. Lo
único que no tenía era a Betsabe. Y eso era lo que el quería.
Un trágico error que a menudo se deja de ver era que Urías
no era una cara desconocida para David. No era un soldado más, sino uno de los
valientes de David ( 2 Samuel 23:39)
David no se levantó un día pensando: -hoy voy a cometer
adulterio- El empezó su ruta de descenso espiritual tomando “pequeñas malas
decisiones”. Como por ejemplo tomando una esposa adicional y luego otra y otra
y otra. Eventualmente llegó a tener siete esposas pero aun así no le fue suficiente,
así que llegó a tener un harem. Empezó poco a poco a estar fuera de control.
Pero todo esto sucedió porque no se rodeó de personas que le marcaran su error,
que le mostraran su pecado en su cara. Realmente el único que luego llegó a
marcarle su pecado y enfrentarlo cara a cara fue el profeta Natán. Oh, si tan
solo todos los amigos de David hubieran sido como Natán. Si sus amigos hubieran
sido lo suficientemente valientes para enfrentar a David con su pecado, David
no hubiera llegado a cometer los pecados que cometió.
Debemos ser intencionales en cuanto a invitar a personas
como Natán a nuestra vida y darles permiso de meterse con libertad y
profundamente para corregir, amonestar, reprender, advertir, aconsejar,
exhortar, prevenir.
¿Qué quieres para ti fracaso o victoria? Eso dependerá de si
eres o no una persona que rinde cuentas y de a qué tipo de personas rindes
cuentas
Por: Rafael Charpentier.




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